Llegó la cámara de Antonio, pesada, muy pesada, que nos costó meterla en el coche de la Josse. Jugamos que esa noche llegaban los de Pont que serían los portadores para subir la cámara a casa.
La dejamos en el comedor para quitarle el embalaje, que por cierto, mejor no pudo venir ya que aún había la aguja que utilizó para coser la tela que puso para su transporte.
Llegó en muy buen estado de conservación, no se apreciaba signos de roturas ni rayadas del viaje. Una vez desembalada la subimos a la habitación. Tengo que decir que es una preciosidad, eso si, toda negra se han perdido muchos detalles de la cámara sobre todo los adornos metálicos que lleva.
El nombre a la cámara se la he puesto en memoria de los tres porteadores, que menos.
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